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Destacats

L’apocalipsi segons Noé, el manetes del barri

  Quan al veïnat van començar a aparèixer rumors que la gent s’havia tornat encara més estúpida de l’habitual, vaig pensar: “Res nou”. Però un dia, mentre feia cua al supermercat per comprar cafè i cinta americana, vaig rebre una trucada inesperada. "Hola, Noé? Escolta, la cosa està molt xunga. Hem de parlar." Així va començar el meu malson... i la construcció de l’arca més cutre que mai heu vist. Va resultar que la terra estava "corrompuda i plena de violència". Vaja, com qualsevol dilluns al metro. Però aquesta vegada era més greu. Em van dir que havia de salvar el món construint una mena de nau espacial... però flotant. Una arca, em deien. Vaig pensar que era una broma, però no. Era jo, una serra i una pila de fusta resinosa. Les instruccions eren clares, però inhumanes. "Cento quaranta metres de llarg, vint-i-tres d’ample i catorze d’alt. I tres pisos, eh? Que no falti espai." Vaig fer càlculs ràpids i vaig entendre que necessitava més cinta americana....

La Vida en el Edificio en Medio del Desierto: Humor, Soledad y Arena Infinita


Si alguna vez te has preguntado cómo sería vivir en un edificio que parece una fortaleza perdida en medio de un vasto desierto, te doy la respuesta: solitario, absurdo y lleno de arena. Yo soy el afortunado habitante de esta maravilla arquitectónica que, por razones incomprensibles, decidieron plantar sobre un montón de rocas, rodeada de dunas que se extienden hasta donde alcanza la vista. ¿Un sueño hecho realidad? Bueno, si tu sueño incluye calor extremo y aislamiento total, entonces sí.

Este majestuoso bloque de hormigón se alza sobre una roca imponente, porque, aparentemente, construir en el suelo era demasiado convencional. Desde aquí, tengo vistas inigualables de… arena. Mucha arena. Porque claro, ¿qué mejor manera de disfrutar de la soledad que observando interminables ondas de arena bajo un sol abrasador?

Mis vecinos más cercanos son un par de palmeras que, para mi decepción, no dan ni sombra decente, ni mucho menos dátiles. Pero ahí están, inmutables, disfrutando del clima extremo como si fueran las dueñas del lugar. Yo, por otro lado, tengo que soportar ascensores que funcionan cuando les apetece, lo cual me deja con la emocionante tarea de subir escaleras desde las profundidades de este monumento al absurdo.

Por si fuera poco, el clima es tan acogedor como parece: temperaturas que hacen que un horno parezca un spa y tormentas de arena que logran entrar por cualquier rendija posible. Pero hey, ¿quién necesita aire fresco o ventanas limpias cuando puedes tener un exfoliante natural diario?

Y hablando de comodidades, olvídate del transporte público, de las tiendas cercanas o de cualquier otro servicio básico. Vivir aquí es como estar en un retiro espiritual forzado, solo que en lugar de paz interior, obtienes calor extremo y una inigualable sensación de aislamiento.

Eso sí, hay algo positivo: al menos no tengo vecinos ruidosos. Nadie en su sano juicio elegiría mudarse a este oasis de soledad.


 

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