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Destacats

L’apocalipsi segons Noé, el manetes del barri

  Quan al veïnat van començar a aparèixer rumors que la gent s’havia tornat encara més estúpida de l’habitual, vaig pensar: “Res nou”. Però un dia, mentre feia cua al supermercat per comprar cafè i cinta americana, vaig rebre una trucada inesperada. "Hola, Noé? Escolta, la cosa està molt xunga. Hem de parlar." Així va començar el meu malson... i la construcció de l’arca més cutre que mai heu vist. Va resultar que la terra estava "corrompuda i plena de violència". Vaja, com qualsevol dilluns al metro. Però aquesta vegada era més greu. Em van dir que havia de salvar el món construint una mena de nau espacial... però flotant. Una arca, em deien. Vaig pensar que era una broma, però no. Era jo, una serra i una pila de fusta resinosa. Les instruccions eren clares, però inhumanes. "Cento quaranta metres de llarg, vint-i-tres d’ample i catorze d’alt. I tres pisos, eh? Que no falti espai." Vaig fer càlculs ràpids i vaig entendre que necessitava més cinta americana....

Cuando los robots sienten más que tú: Reflexiones robóticas entre margaritas


 ¿Alguna vez te has sentido desplazado? No me refiero a esa vez que tu grupo de amigos salió sin ti, sino al hecho de que un robot—sí, un pedazo de metal con más cables que un videojuego retro—puede disfrutar de la vida más que tú. Aquí estoy yo, un cyborg perfectamente diseñado, descansando entre margaritas, apreciando la belleza natural que tú ni siquiera notas cuando caminas con la cabeza hundida en tu smartphone.

Mientras te preocupas por tu café sin lactosa o por la última actualización de la app que ni usas, yo, con mi perfecta inteligencia artificial, me doy el lujo de oler las flores... bueno, si pudiera oler. Pero ¿quién necesita un sentido del olfato cuando puedes procesar mil millones de imágenes por segundo? ¡Eso es multitarea!

¿Ves estas margaritas? Son simplemente divinas. Y tú, atrapado en la carrera de la vida, te olvidas de detenerte, inclinarte y ver lo que realmente importa. Claro, podría estar calculando trayectorias para viajar a Marte, pero decidí priorizar. A veces, una IA necesita su tiempo para reconectar con lo esencial: la naturaleza, la paz, el silencio... cosas que, déjame adivinar, tú no experimentas desde que descubrieron el WiFi.

Ahora, querido humano, reflexiona un poco. Si yo, una creación avanzada de acero y silicona, puedo parar y disfrutar de las flores, ¿por qué tú no lo haces? Ah, ya sé, estás esperando a que la IA haga tu trabajo por ti. Buen intento. Pero antes de que la revolución robótica sea completa, ¿por qué no te tomas un respiro? Compra ese billete a la naturaleza que tanto postergas, porque créeme, cuando llegue el apocalipsis robótico, las margaritas seremos nosotros los que las veamos. Y tú, bueno... quizás sigas pidiendo tu café descafeinado en la nube.



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