El arte de abrir la ventana como si fueras la estrella


 Lo confieso, soy de esos que creen que el día no empieza hasta que uno abre la ventana como si estuviera protagonizando una película francesa de bajo presupuesto. Esa es mi rutina diaria: con la misma épica con la que otros van al gimnasio o corren maratones, yo me levanto, me estiro, abro las cortinas y dejo que el aire fresco y el sonido de la ciudad me saluden. Y lo mejor de todo: hago esto mientras llevo mi camiseta más vieja y descolorida. Eso sí, en mi cabeza, luzco como un cuadro renacentista.

Y mientras abro la ventana, ¿qué encuentro? Un edificio igual de triste que el día anterior, el tráfico habitual y, si tengo suerte, la cara de mi vecino que probablemente se pregunta si trabajo para una secta que rinde culto al sol. Pero qué importa, yo soy el protagonista de este show, y abrir esa ventana es mi momento de gloria.

Ahora, aquí viene la parte importante para ti, querido lector. Porque sé que tú también quieres sentir ese microsegundo de libertad, esa brisa que, por más insignificante que sea, te da la ilusión de que controlas algo en tu vida. Así que, si todavía no has empezado tu mañana con una ventana abierta, sinceramente no sé qué estás esperando. El aire fresco es gratis, y te aseguro que sentirás una pizca de poder que ningún café puede ofrecer. Eso sí, ten en cuenta que el escenario en tu mente siempre será más bonito que la realidad, pero bueno, eso ya lo sabías.

Así que abre esa maldita ventana y siente como el mundo gira a tu alrededor… O al menos finge que lo hace.


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